Granada se prepara para vender su imagen como Capital Europea de la Cultura, pero, detrás del escaparate turístico y monumental, miles de personas viven otra Granada: la de los barrios abandonados, los trabajos precarios y la cada vez mayor dificultad para acceder a una vivienda.
Como hemos visto en la última década, la promoción del turismo en Granada ha traído consigo numerosos problemas sociales, siendo los más acuciantes el aumento del precio de la vivienda, la escasez y el encarecimiento de los productos básicos en las zonas turísticas, precarización laboral asociada a sectores de ocio, cultura y hostelería, la contaminación acústica y atmosférica y el impacto negativo en entornos naturales como Sierra Nevada.
El precio de la vivienda no para de aumentar, dificultando el acceso a la misma a cada vez más sectores de la clase trabajadora de Granada. En la ciudad de Granada viven más de 300 personas sin hogar que cada año pagan con sus vidas la exposición a las temperaturas extremas y la falta de infraestructura y bienes básicos. Urge acabar con el negocio de la vivienda, garantizando una vivienda universal y de calidad.
Según la web de «2031granada.org», esta campaña trata de promocionar la diversidad cultural en el contexto europeo. Sin embargo, Europa está inmersa en un proceso de derechización que, precisamente rechaza la diversidad cultural. La visión romántica sobre Granada basada en su historia y en imágenes como la de Lorca, lejos de desembocar en una afirmación de esta diversidad cultural, ha atraído a un turismo europeo cuyo mayor poder adquisitivo ha conllevado la expulsión de los vecinos de barrios como el Albayzin, Centro o Realejo.
La verdadera diversidad cultural ha de construirse con iniciativas que fomenten la convivencia de las clase populares, prestando atención a colectivos discriminados como migrantes, los gitanos o colectivos LGTBIQ+. Éste y no el de «eventos de gran envergadura» debe ser el enfoque. Queremos poner en el centro la verdadera cultura de esta ciudad: la que nace del esfuerzo diario de las camareras de piso, de las vecinas que se organizan frente a la exclusión, de quienes defienden el derecho a un hogar y a un salario digno. Esa es la Granada real, la que sostiene la vida.
Nos oponemos a la iniciativa de Granada Capital Europea de la Cultura porque esta propuesta es sumamente hipócrita y cínica, obviando los problemas sociales que afectan a la ciudad y a la provincia, así como las repercusiones que podría traer la obtención de la catalogación de Capital Europea de la Cultura. Granada tiene otras prioridades y, como ocurre con las cumbres, estas campañas suponen un lavado de cara que oculte las vergüenzas de la ciudad. Reivindicamos una ciudad que cuide, que garantice vivienda, trabajo y dignidad. Porque no hay cultura posible sin derechos, porque la cultura empieza por poder vivir con justicia y con techo.
Los partidos políticos de todo color y signo que se limitan a gestionar la situación desde las instituciones capitalistas, unas instituciones que son culpables de dicha situación, son responsables. Estos partidos y sus políticos profesionales son responsables directos de lo que ocurre y ninguno de ellos puede ser la solución. Los problemas que se viven en Granada se reproducen en otros territorios, tanto dentro del estado español como fuera de él; apostamos por la necesidad de organizarnos para tratar de revertir esta situación.
Llamamos a los barrios, colectivos, sindicatos y a toda la ciudadanía a sumarse a esta campaña, para que el 16 de noviembre mostremos en las calles la Granada que no se ve: la Granada viva, la Granada digna.
